miércoles, 22 de febrero de 2012

Fragmento de la introducción de "canciones arcaicas del norte argentino", Leda Valladares, Ricordi, 1970

[...] Si el investigador aporta sus pesquisas el maestro de escuela resulta indispensable para que un material de reliquias fogueado por los siglos, siga circulando vivo en boca de generaciones actuales y futuras. La música urbana le ofrece a la escuela un tentador repertorio polifónico no siempre al alcance de la musicalidad común; en cambio, el campo y la montaña que siempre han sido fuentes generosas de esencias musicales y poéticas, nos muestran una costumbre ejemplar, un hecho ancestral y todavía contemporáneo, ideal para iniciarse en el mundo de la expresión musical: el canto colectivo al unísono y con percusión.
En los campos de América se practica el canto rústico que calza a la perfección con la necesidad de grito que hay en el chico y con el oculto deseo del adulto de expresarse libremente. En esta empresa no necesitará llegar a las acrobacias de un solista bagualero; simplemente deberá luchar contra los frenos habituales permitiéndose el desborde y la total expansión. Deberá tener en cuenta que afronta una nueva experiencia, porque su libertad expresiva en el canto esta mucho mas trabada que la de un chico o de un campesino. Y será bueno que recuerde que si el maestro no canta, el chico tampoco lo hace o lo hace a duras penas, sin entregarse libremente a la fiesta del canto.
Estas melodía no permiten la polifonía  ni el acompañamiento de instrumentos armónicos como el piano o la guitarra. Cualquier intromisión de estos elementos altera su carácter primitivo, su milenario hechizo de canto agreste, tal como lo practica América, África, y Asia.
[...] La escuela no solo debe atender a lo que pasa en las ciudades; debe rastrear nuestras sabias costumbres campesinas incorporándolas como aportes de perdurable vigencia. Libre de trabas, el canto rústico con un repertorio de reliquias argentinas, puede revitalizar a la escuela, devolverle fuerzas perdidas y hacerle vivir emociones de profunda alegría y esplendor.


Leda Valladares

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